LE CORBUSIER
Le Corbusier, Charles-Édouard Jeanneret, como realmente se llamaba,
nació en 1887, cerca de Ginebra. Asistía a escuelas de arte locales hasta
que después de una serie de tentativas bastante prometedoras, se trasladó
a París en 1908 para ponerse a las órdenes de un pionero de la nueva
arquitectura francesa, Augusto Perret. La capital de Francia era en este
tiempo un bastión controlado, desde el punto de vista de la construcción,
por la Escuela de Bellas Artes. Y para Bellas Artes la arquitectura debía
ser arqueología, a despecho de las corrientes del momento, plasmadas en el primer Estilo Internacional. No importaba el lugar ni la circunstancia:
o el arquitecto proyectaba una réplica de un templo romano o no era un
verdadero arquitecto.
Le Corbusier emprendió una serie de viajes que desempeñaron un papel
decisivo en la educación de este arquitecto autodidacta. Durante estos años del
recorrido con Europa central y el mediterráneo, él hizo tres descubrimientos
arquitectónicos importantes. El Charterhouse de Ema en Galluzzo, en Toscana, con
tal que un contraste entre los espacios colectivos extensos y las "células vivas
individuales" que formaron la base para su concepto de edificios residenciales. Con la
última arquitectura del renacimiento 16th-century de Andrea Palladio en la región de
Veneto de Italia y de los sitios antiguos de Grecia, él descubrió la proporción clásica.
Finalmente, la arquitectura popular en la península mediterránea y en balcánica le dio
un repertorio de formas geométricas y también le enseñó la dirección de la luz y del
uso del paisaje como fondo arquitectónico.
Toda su obra se vio influenciada por el empeño del hormigón armado, gracias a sus
conocimientos de la obra de Pret. Auguste Perret (1874 - 1954) fue un arquitecto
francés. Nació en Bruselas. Estudió arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de
París y comenzó a trabajar después en la empresa de construcción de su padre,
especializada en hormigón armado.
El uso del hormigón como elemento válido en cualquier estructura del edificio,
y como ornamento en las fachadas son aspectos clave de su obra. Muchos consideran
a Perret como el padre del hormigón, ya que fue el primero en utilizarlo como elemento
constructivo y estructural, además de elemento ornamental y distribuidor que presenta
en ocasiones desnudo al exterior en algunas de sus obras.
Le Corbusier, con apenas 18 años, se le rogó que construyera
una villa para uno de los miembros del comité de dirección de la Escuela de Arte. Con
sus honorarios, Charles-Edouard Jeanneret emprendió un viaje que le llevó, por Italia,
a Budapest y a Viena, donde conoció entre otros a Josef Hoffmann a la sazón director
de los Talleres de Arte vieneses.
En febrero de 1908, contando 20 años, el joven fue por primera vez a París,
donde pasó un alarga temporada. Conoció allí a Augote Pret, con quien trabajó
durante quince meses como arquitecto; luego, la escuela de Arte de La Chaux-de
Fonds le encargó que efectuara, desde abril de 1910 a mayo de 1911, un viaje por
Alemania, a fin de estudiar el movimiento de las artes aplicadas en ese país. Reunió
sus observaciones en un informe oficial publicado en La Chaux-de-Fonds en 1911. En
1910, el joven Jeanneret conoce en Berlín a Meter Bherens, con el cual trabaja
durante cinco meses; seguidamente pasa un tiempo con Heinrich Tessenow en
Hellerau cerca de Dresde. Es muy impresionado por la fuerza y la organización del
movimiento, pero, en cierta medida, adopta una actitud crítica.
Después de la estancia en Alemania, emprende, con Auguste Klipstein, el
famoso anticuario de berna ya fallecido, un viaje de siete meses por los países
balcánicos, Hungría, Rumanía, y luego, va a Bulgaria, Estambul, Atenas y Roma.
Después se establece por unos años en su villa natal, La Chaux-de-Fonds, donde
L’Eplattenier le pide que tome la dirección de algunos cursos en la Escuela de Arte.
Pero la vida y el marco un poco estrechos de La Chaux-de-Fonds no pudieron
retenerle a la larga, y, en 1917, a la edad de 30 años, se instala definitivamente en
París. Habitó allí durante diecisiete años. En parís pintó sus primeros cuadros, y en
1918, expuso por primera vez. Poco después apareció Apres le Cubismo, manifiesto
en el cual Ozanfant y Le Corbusier formulan su concepción del arte contemporáneo.
La revista “Esprit Nouveau” es fundada en colaboración con Paul Dermée; el primer
número aparece el 15 de octubre de 1920. La activa colaboración de Le Corbusier en
esta revista se manifiesta en gran número de artículos sobre arte y arquitectura, que
forman la base de publicaciones aparecidas más tarde en la casa Crés. La
composición y la presentación gráfica de esos cuadernos –realizados en gran parte por Le Corbusier, igual que hizo con sus publicaciones ulteriores- aún hoy sigue
siendo ejemplar. Sus estudios de
arquitectura y urbanismo los presentó en su “ Plan para una ciudad contemporánea de
3 millones de habitantes”, que contiene ya todos los elementos del urbanismo
moderno: separación del hábitat y de la circulación, del hábitat y de los lugares de
trabajo, construcción de las casas en medio del césped y de barrios residenciales que
rodean la villa como una ciudad-jardín; 24 edificios-torre para servir de locales
administrativos y comerciales y de hoteles. En 1923 aparece la primera publicación
fundamental e Le corbusier, Vers une Architecture. Allí toma de nuevo y desenvuelve
los artículos aparecidos en la revista “Esprit Nouveau”. Durante los años siguientes la
casa Crés edita sucesivamente ocho publicaciones en la serie “Esprit Nouveau”. Son
editadas por primera vez con su nombre actual de Le Corbusier, que tomó de una
rama de sus antepasados originarios de Francia.
Según Le corbusier, el primer deber de nuestra época es alojar a las masas de
manera decente y humana. Esto sólo es posible merced a la fabricación industrial de
apartamentos estándar y gracias a un urbanismo racional. Ya en 1914, debido a la
impresión que le produjeron las destrucciones de la guerra en Flandes, Le Corbusier
había concebido un sistema de construcción por montaje “Domino”, en el cual la
armazón, postes, techos y escaleras, son prefabricados, pudiéndose combinar en las
más diversas formas.
En la exposición internacional de artes decorativas, de 1925, el pabellón del
“Esprit Nouveau”, construido por Le Corbusier, y donde se expuso el plan Voisin,
causó sensación. Empieza así la afición del autor por la prefabricación y la creación de
casas en serie. A partir de ese momento, Le Corbusier empezó a desplegar una
intensa actividad de arquitecto en su taller de la calle Sèvres número 35.
En 1925, Le corbusier obtuvo el primer premio del concurso para la Sociedad
de Naciones de Ginebra. La capilla de peregrinación de Ronchamp, inaugurada en 1953, es el primer
edificio sacro de Le Corbusier. Igual que las 2unités d`habitation”, Ronchamp se halla
entre las obras que, sin duda alguna, han dado celebridad al nombre de Le Corbusier
más allá de los medios profesionales. El convento de La Tourette, en Eveux, cerca de
Lyon, y el proyecto de la iglesia de Firminy son otros ejemplos de arquitectura sacra.
El límite o la forma de la arquitectura
La arquitectura de Le Corbusier es volumétrica por definición,
antes que compuesta por planos o superficies su comprensión
se realiza a través del volumen. Para que esto sea así, es
evidente que la definición exterior de su arquitectura se ha de
mantener siempre claramente perceptible. La nitidez del
perímetro construido se alza con su propia expresividad, la
superficie que envuelve el volumen acusa su individualidad; la
caja arquitectónica se mantiene precisa al exterior
convirtiéndose en una caja de sorpresas (la definición es suya)
al penetrarse en su interior. Dos caras para un mismo objeto, y
en la separación entre ambas se concentra gran parte de su
significado. Un volumen puro, que se excava al interior como si
de una escultura se tratase, que se escarba para liberar
espacio en su centro compactando los bordes.
No siempre será un volumen puro: Notre-Dame-du-Haut, la
capilla de Ronchamp (1951-55) funcionará de otra manera,
respondiendo a otras leyes plásticas en este caso
superficiales, también el pabellón modo más general así:
Philips para la feria de Bruselas de 1958. Es una superficie
espesa que envuelve un espacio, y que se presenta en su
percepción como un volumen. Ronchamp estaría más cerca de
la superficie, es pura superficie. Un perímetro que desde el
inicio se ensancha, se expande y se ínter penetra con el
espacio exterior. Como un balcón que aparece también en el
terso plano blanco de fachada en la Villa Cook (1926) y que
penetra al interior como una forma protuberante en la doble
altura del estar. Estará asimismo presente en el físicamente
grueso muro de piedra de la Maison aux Mathes (1935) y en su
excepcional muro cortina a base de planchas de
contrachapado de madera. El plano del cerramiento no es en
definitiva un plano inmaterial, sin grosor, es una superficie con
espesor, tallada, extensa, que absorbe mecanismos, que se
convierte incluso en estancia: es el espacio de la terraza de la
Unité d'habitation de Marsella (1952), también son las cubiertas del Hospital de Venecia o la cubierta vegetal del taller de montaje en el proyecto para
el centro de cálculo Olivetti (1963).
Este perímetro puede dilatarse y convertirse en la propia edificación, y es en éste
sentido que se puede considerar Villa Saboya como un tipo de pabellón que contiene
un patio en su interior, que sería el conjunto formado por escalera y rampa que
atraviesa el centro del edificio. Un patio que se ha filtrado desde la cubierta, desde el
jardín solario de la cubierta, plano espeso y perímetro delimitado al aire libre.
Le Corbusier fue más bien un hombre normal, un ingeniero aséptico que
enfrenta a su tarea desde el puro análisis científico, libre del pasado, sólo con criterios
funcionales. A menudo, quienes se han enfrentado a su figura prefieren presentarla
como el entrecruzamiento de muchas actitudes. Quizás lo más asequible sea recoger
el mayor número posible de hechos y presentarlos para que aparezca esa
contradicción, ese entrelazamiento de múltiples facetas, personalidades e idearios.
Debido a que Le Corbusier era profundamente poeta y artista, sus
pensamientos y sus actos estuvieron íntimamente ligados a las nuevas formas de
aprehensión de la naturaleza propuestas por el arte moderno. Sobre todo, Le
Corbusier no habría tenido fuerza para afrontar, sin contar con más medios que su
inteligencia y sus propias manos, una realidad tan compleja, si en el fondo no hubiera
sido un hombre del siglo XVIII, un racionalista lleno de confianza en la era del
maquinismo.
Para llevar a cabo esa misión de cambiar la arquitectura e incluso la sociedad,
Le Corbusier utilizó, entre otros medios, el uso de una fuerte personalidad, y el
enfrentamiento que caracteriza a todos los modernos. La cara individualista de Le
Corbusier se encuentra en muchas de sus manifestaciones y en toda su personalidad,
igual que ocurre con los demás pioneros del Movimiento Moderno. Esta faceta
individualista en Le Corbusier muestra su fuerte personalidad, siempre en búsqueda
del protagonismo, justificado por la necesidad de hacer progresar unas ideas en las
que creía firmemente. La manera ñeque organizó su estudio y las relaciones con su
primo Pierre Jeanneret son un buen ejemplo. Le Corbusier, autoritario y emotivo,
teórico y analista, preocupado ante todo por la forma y la idea; Pierre Jeanneret,
conciliador y sensible, interesado por las innovaciones técnicas. Así, en parte el
comportamiento de Le Corbusier fue buscando la confrontación, afirmando sus
postulados con seguridad, provocando la polémica, llevando las posiciones hasta los
extremos, para romper el “status quo”.
En la búsqueda de Le Corbusier como genio individual es ilustrativo repasar el
desarrollo de los acontecimientos en los que participó, porque no dejan de llamar la
atención las polémicas en los que al final siempre se vio envuelto. Además del rechazo
que pudieron recibir sus tesis, se descubre una intención personal de buscar el
enfrentamiento, como un instrumento con el que hacer salir a la sociedad y a la cultura
de los convencionalismos en los que está anclada. Un primer ejemplo de esta actitud
de batalla puede ser el concurso para el Palacio de los Soviets. En torno a estos
primeros concursos de su carrera, Le Corbusier entabló un abultada correspondencia
cuando fue arrinconado a plagiado. Al observar tanta actividad del Movimiento
haciendo frente común en los concursos más emblemáticos de la época se descubre
que no existía solamente el interés propio de toda justa lid, sin también un programa
de acción, una misión que cumplir y uso medios para lograrla, que evidentemente
incluían la batalla con el orden establecido. Destaca también la seguridad en los
propios postulados y el que éstos sean casi excluyentes. Se veía entonces la nueva
arquitectura como el único credo posible en la era de la máquina.
Dania me agrada tu información, clara y precisa.Sigue así!
ResponderEliminarPD: Me gusto tu diseño!