lunes, 24 de agosto de 2015




LE CORBUSIER



Le Corbusier, Charles-Édouard Jeanneret, como realmente se llamaba, nació en 1887, cerca de Ginebra. Asistía a escuelas de arte locales hasta que después de una serie de tentativas bastante prometedoras, se trasladó a París en 1908 para ponerse a las órdenes de un pionero de la nueva arquitectura francesa, Augusto Perret. La capital de Francia era en este tiempo un bastión controlado, desde el punto de vista de la construcción, por la Escuela de Bellas Artes. Y para Bellas Artes la arquitectura debía ser arqueología, a despecho de las corrientes del momento, plasmadas en el primer Estilo Internacional. No importaba el lugar ni la circunstancia: o el arquitecto proyectaba una réplica de un templo romano o no era un verdadero arquitecto. 

 Le Corbusier emprendió una serie de viajes que desempeñaron un papel decisivo en la educación de este arquitecto autodidacta. Durante estos años del recorrido con Europa central y el mediterráneo, él hizo tres descubrimientos arquitectónicos importantes. El Charterhouse de Ema en Galluzzo, en Toscana, con tal que un contraste entre los espacios colectivos extensos y las "células vivas individuales" que formaron la base para su concepto de edificios residenciales. Con la última arquitectura del renacimiento 16th-century de Andrea Palladio en la región de Veneto de Italia y de los sitios antiguos de Grecia, él descubrió la proporción clásica. Finalmente, la arquitectura popular en la península mediterránea y en balcánica le dio un repertorio de formas geométricas y también le enseñó la dirección de la luz y del uso del paisaje como fondo arquitectónico. 
Toda su obra se vio influenciada por el empeño del hormigón armado, gracias a sus conocimientos de la obra de Pret. Auguste Perret (1874 - 1954) fue un arquitecto francés. Nació en Bruselas. Estudió arquitectura en la Escuela de Bellas Artes de París y comenzó a trabajar después en la empresa de construcción de su padre, especializada en hormigón armado. 
  El uso del hormigón como elemento válido en cualquier estructura del edificio, y como ornamento en las fachadas son aspectos clave de su obra. Muchos consideran a Perret como el padre del hormigón, ya que fue el primero en utilizarlo como elemento constructivo y estructural, además de elemento ornamental y distribuidor que presenta en ocasiones desnudo al exterior en algunas de sus obras.
 Le Corbusier, con apenas 18 años, se le rogó que construyera una villa para uno de los miembros del comité de dirección de la Escuela de Arte. Con sus honorarios, Charles-Edouard Jeanneret emprendió un viaje que le llevó, por Italia, a Budapest y a Viena, donde conoció entre otros a Josef Hoffmann a la sazón director de los Talleres de Arte vieneses. En febrero de 1908, contando 20 años, el joven fue por primera vez a París, donde pasó un alarga temporada. Conoció allí a Augote Pret, con quien trabajó durante quince meses como arquitecto; luego, la escuela de Arte de La Chaux-de Fonds le encargó que efectuara, desde abril de 1910 a mayo de 1911, un viaje por Alemania, a fin de estudiar el movimiento de las artes aplicadas en ese país. Reunió sus observaciones en un informe oficial publicado en La Chaux-de-Fonds en 1911. En 1910, el joven Jeanneret conoce en Berlín a Meter Bherens, con el cual trabaja durante cinco meses; seguidamente pasa un tiempo con Heinrich Tessenow en Hellerau cerca de Dresde. Es muy impresionado por la fuerza y la organización del movimiento, pero, en cierta medida, adopta una actitud crítica. Después de la estancia en Alemania, emprende, con Auguste Klipstein, el famoso anticuario de berna ya fallecido, un viaje de siete meses por los países balcánicos, Hungría, Rumanía, y luego, va a Bulgaria, Estambul, Atenas y Roma. Después se establece por unos años en su villa natal, La Chaux-de-Fonds, donde L’Eplattenier le pide que tome la dirección de algunos cursos en la Escuela de Arte. Pero la vida y el marco un poco estrechos de La Chaux-de-Fonds no pudieron retenerle a la larga, y, en 1917, a la edad de 30 años, se instala definitivamente en París. Habitó allí durante diecisiete años. En parís pintó sus primeros cuadros, y en 1918, expuso por primera vez. Poco después apareció Apres le Cubismo, manifiesto en el cual Ozanfant y Le Corbusier formulan su concepción del arte contemporáneo. La revista “Esprit Nouveau” es fundada en colaboración con Paul Dermée; el primer número aparece el 15 de octubre de 1920. La activa colaboración de Le Corbusier en esta revista se manifiesta en gran número de artículos sobre arte y arquitectura, que forman la base de publicaciones aparecidas más tarde en la casa Crés. La composición y la presentación gráfica de esos cuadernos –realizados en gran parte por Le Corbusier, igual que hizo con sus publicaciones ulteriores- aún hoy sigue siendo ejemplar. Sus estudios de arquitectura y urbanismo los presentó en su “ Plan para una ciudad contemporánea de 3 millones de habitantes”, que contiene ya todos los elementos del urbanismo moderno: separación del hábitat y de la circulación, del hábitat y de los lugares de trabajo, construcción de las casas en medio del césped y de barrios residenciales que rodean la villa como una ciudad-jardín; 24 edificios-torre para servir de locales administrativos y comerciales y de hoteles. En 1923 aparece la primera publicación fundamental e Le corbusier, Vers une Architecture. Allí toma de nuevo y desenvuelve los artículos aparecidos en la revista “Esprit Nouveau”. Durante los años siguientes la casa Crés edita sucesivamente ocho publicaciones en la serie “Esprit Nouveau”. Son editadas por primera vez con su nombre actual de Le Corbusier, que tomó de una rama de sus antepasados originarios de Francia. Según Le corbusier, el primer deber de nuestra época es alojar a las masas de manera decente y humana. Esto sólo es posible merced a la fabricación industrial de apartamentos estándar y gracias a un urbanismo racional. Ya en 1914, debido a la impresión que le produjeron las destrucciones de la guerra en Flandes, Le Corbusier había concebido un sistema de construcción por montaje “Domino”, en el cual la armazón, postes, techos y escaleras, son prefabricados, pudiéndose combinar en las más diversas formas. En la exposición internacional de artes decorativas, de 1925, el pabellón del “Esprit Nouveau”, construido por Le Corbusier, y donde se expuso el plan Voisin, causó sensación. Empieza así la afición del autor por la prefabricación y la creación de casas en serie. A partir de ese momento, Le Corbusier empezó a desplegar una intensa actividad de arquitecto en su taller de la calle Sèvres número 35. En 1925, Le corbusier obtuvo el primer premio del concurso para la Sociedad de Naciones de Ginebra. La capilla de peregrinación de Ronchamp, inaugurada en 1953, es el primer edificio sacro de Le Corbusier. Igual que las 2unités d`habitation”, Ronchamp se halla entre las obras que, sin duda alguna, han dado celebridad al nombre de Le Corbusier más allá de los medios profesionales. El convento de La Tourette, en Eveux, cerca de Lyon, y el proyecto de la iglesia de Firminy son otros ejemplos de arquitectura sacra. 


El límite o la forma de la arquitectura La arquitectura de Le Corbusier es volumétrica por definición, antes que compuesta por planos o superficies su comprensión se realiza a través del volumen. Para que esto sea así, es evidente que la definición exterior de su arquitectura se ha de mantener siempre claramente perceptible. La nitidez del perímetro construido se alza con su propia expresividad, la superficie que envuelve el volumen acusa su individualidad; la caja arquitectónica se mantiene precisa al exterior convirtiéndose en una caja de sorpresas (la definición es suya) al penetrarse en su interior. Dos caras para un mismo objeto, y en la separación entre ambas se concentra gran parte de su significado. Un volumen puro, que se excava al interior como si de una escultura se tratase, que se escarba para liberar espacio en su centro compactando los bordes. 

No siempre será un volumen puro: Notre-Dame-du-Haut, la capilla de Ronchamp (1951-55) funcionará de otra manera, respondiendo a otras leyes plásticas en este caso superficiales, también el pabellón modo más general así: Philips para la feria de Bruselas de 1958. Es una superficie espesa que envuelve un espacio, y que se presenta en su percepción como un volumen. Ronchamp estaría más cerca de la superficie, es pura superficie. Un perímetro que desde el inicio se ensancha, se expande y se ínter penetra con el espacio exterior. Como un balcón que aparece también en el terso plano blanco de fachada en la Villa Cook (1926) y que penetra al interior como una forma protuberante en la doble altura del estar. Estará asimismo presente en el físicamente grueso muro de piedra de la Maison aux Mathes (1935) y en su excepcional muro cortina a base de planchas de contrachapado de madera. El plano del cerramiento no es en definitiva un plano inmaterial, sin grosor, es una superficie con espesor, tallada, extensa, que absorbe mecanismos, que se convierte incluso en estancia: es el espacio de la terraza de la Unité d'habitation de Marsella (1952), también son las cubiertas del Hospital de Venecia o la cubierta vegetal del taller de montaje en el proyecto para el centro de cálculo Olivetti (1963). 


Este perímetro puede dilatarse y convertirse en la propia edificación, y es en éste sentido que se puede considerar Villa Saboya como un tipo de pabellón que contiene un patio en su interior, que sería el conjunto formado por escalera y rampa que atraviesa el centro del edificio. Un patio que se ha filtrado desde la cubierta, desde el jardín solario de la cubierta, plano espeso y perímetro delimitado al aire libre. 
Le Corbusier fue más bien un hombre normal, un ingeniero aséptico que enfrenta a su tarea desde el puro análisis científico, libre del pasado, sólo con criterios funcionales. A menudo, quienes se han enfrentado a su figura prefieren presentarla como el entrecruzamiento de muchas actitudes. Quizás lo más asequible sea recoger el mayor número posible de hechos y presentarlos para que aparezca esa contradicción, ese entrelazamiento de múltiples facetas, personalidades e idearios. Debido a que Le Corbusier era profundamente poeta y artista, sus pensamientos y sus actos estuvieron íntimamente ligados a las nuevas formas de aprehensión de la naturaleza propuestas por el arte moderno. Sobre todo, Le Corbusier no habría tenido fuerza para afrontar, sin contar con más medios que su inteligencia y sus propias manos, una realidad tan compleja, si en el fondo no hubiera sido un hombre del siglo XVIII, un racionalista lleno de confianza en la era del maquinismo. 


Para llevar a cabo esa misión de cambiar la arquitectura e incluso la sociedad, Le Corbusier utilizó, entre otros medios, el uso de una fuerte personalidad, y el enfrentamiento que caracteriza a todos los modernos. La cara individualista de Le Corbusier se encuentra en muchas de sus manifestaciones y en toda su personalidad, igual que ocurre con los demás pioneros del Movimiento Moderno. Esta faceta individualista en Le Corbusier muestra su fuerte personalidad, siempre en búsqueda del protagonismo, justificado por la necesidad de hacer progresar unas ideas en las que creía firmemente. La manera ñeque organizó su estudio y las relaciones con su primo Pierre Jeanneret son un buen ejemplo. Le Corbusier, autoritario y emotivo, teórico y analista, preocupado ante todo por la forma y la idea; Pierre Jeanneret, conciliador y sensible, interesado por las innovaciones técnicas. Así, en parte el comportamiento de Le Corbusier fue buscando la confrontación, afirmando sus postulados con seguridad, provocando la polémica, llevando las posiciones hasta los extremos, para romper el “status quo”. En la búsqueda de Le Corbusier como genio individual es ilustrativo repasar el desarrollo de los acontecimientos en los que participó, porque no dejan de llamar la atención las polémicas en los que al final siempre se vio envuelto. Además del rechazo que pudieron recibir sus tesis, se descubre una intención personal de buscar el enfrentamiento, como un instrumento con el que hacer salir a la sociedad y a la cultura de los convencionalismos en los que está anclada. Un primer ejemplo de esta actitud de batalla puede ser el concurso para el Palacio de los Soviets. En torno a estos primeros concursos de su carrera, Le Corbusier entabló un abultada correspondencia cuando fue arrinconado a plagiado. Al observar tanta actividad del Movimiento haciendo frente común en los concursos más emblemáticos de la época se descubre que no existía solamente el interés propio de toda justa lid, sin también un programa de acción, una misión que cumplir y uso medios para lograrla, que evidentemente incluían la batalla con el orden establecido. Destaca también la seguridad en los propios postulados y el que éstos sean casi excluyentes. Se veía entonces la nueva arquitectura como el único credo posible en la era de la máquina.  

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